La honra de ser clavo en el mundo de la política


TEXTO BÍBLICO: ISAÍAS 22:15-25


VERSÍCULO CLAVE: “Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su padre.” (v. 23)


       Enfrascados como estamos en una serie de procesos políticos que comprenden desde lo nacional (rupturas internas de partidos, desmarques de comunidades autonómicas hacia el independentismo, pactos nacionales, etc.), a lo europeo (Brexit, gestión de refugiados provenientes de Siria, etc.), y a lo internacional (Trump, China y Rusia pugnando por aferrarse al monopolio del poder económico y militar, terrorismos integristas de toda procedencia e índole, crisis humanitarias del Tercer Mundo y Latinoamérica, etc.), la verdad es que nos espera un periodo de tiempo movidito en lo que a la consecución de una estabilidad global se refiere. Y todo esto sin hablar de las diferentes iniciativas ideológicas que intentarán coartar el respeto, dignidad y validez de la fe cristiana, que a buen seguro tratarán de desplazar esa fe en beneficio de una serie de valores indefinidos, injustos y de discutible moralidad. 


    Más que nunca en este mundo, y en la sociedad en la que nos toca vivir, necesitamos clavos y estacas firmes que están ancladas en la voluntad de Dios, en el servicio a los demás y en el restablecimiento de principios virtuosos. Esos clavos y estacas son hombres y mujeres que han sido clavados y enclavados en lugares de responsabilidad y compromiso social para hacer justo lo que se espera de ellos. Aquellos que se sumergen en el mundo de la política para hacer su agosto a costa de los contribuyentes y votantes, son como ese Sebna, el tesorero real y mayordomo general de la nación, que emplea su posición para medrar a costillas del ciudadano.

El carácter de los politicastros que no tienen escrúpulos para llevárselo crudo siempre que pueden se ve reflejado en este Sebna que labra un auténtico mausoleo donde dejar fama de su nombre a pesar de ser un ministro negligente, prevaricador y ladrón. Las mansiones que yo he visto construir con el dinero sudado de miles de conciudadanos, al aprovechar el hecho de constituirse en partido bisagra en el ayuntamiento… Son clavos torcidos y enclenques en los que la carga de las responsabilidades para con sus semejantes cae por su propio peso. Tal vez parezca que se vayan de rositas, pero lo cierto es que el Señor arrojará y empujará en justicia a los quebrantadores de lo público. Lo lamentable sigue siendo que la ciudadanía no quiera tomar cartas en el asunto o que se convierta en cómplice de las malas artes que manchan la carrera política.        

En vista de estos herrumbrosos clavos y estacas que no aguantan la inspección y el control de calidad del material con el que están hechos, hemos de rogar al Señor que nos envíe y proporcione políticos que asuman su compromiso de lograr que el bienestar se extienda a todos los estratos de la sociedad. En Eliaquim, por un instante podemos comprobar qué clase de políticos, gestores del erario público o administradores de los programas sociales necesitamos urgentemente si no queremos que este nuevo año volvamos a enfurecernos con cada debate de analistas políticos televisivos y nos mesemos los cabellos despotricando contra todo ministro, consejero o diputado que se mueva.

El llamamiento de Eliaquim es prerrogativa de Dios. La primera de las características que el servidor público debe reunir es la de ser como un padre para sus conciudadanos. No hablamos aquí de un paternalismo condescendiente, propio de los políticos actuales, sino de un espíritu de entrega, sacrificio y buena voluntad para aquellos a los que debe dar cuentas. Ser padre político deriva en buscar y lograr el mayor índice de bienestar, justicia, igualdad y dignidad para todos. Es ser cercano y estar a disposición de las sugerencias, reclamaciones y propuestas del pueblo.


    En segundo lugar, este clavo o estaca bien afirmado en la pared de la realidad social y cultural de los pueblos, debe ser responsable de abrir y cerrar con una llave especial, esto es, de gestionar y administrar con sabiduría lo que es común patrimonio de todos. El erario público debe destinarse para la consecución de los fines de bienestar social que se hayan pactado o que se hayan prometido en el programa electoral. No vale decir “donde dije digo, digo Diego”. La coherencia, el discernimiento y la misericordia deben primar por encima de los favoritismos, el descontrol presupuestario y la rigidez de un conjunto de normas frías y demasiado estrictas. La flexibilidad para pactar, la disposición para escuchar consejos de la experiencia y una mente que se centra en las necesidades del ciudadano, son imprescindibles para saber abrir y cerrar el grifo de manera cabal y oportuna.


    Por último, debe ser un clavo o estaca de honra. Que cuando acabe su labor política pueda retirarse a su cuartel de invierno con la conciencia tranquila y el corazón limpio de delitos fiscales. Que cuando las nieves del paso del tiempo comiencen a cubrir la vida de esta persona, pueda recibir de las nuevas generaciones, de su propia familia y estirpe, y de toda la ciudadanía, los honores de una trayectoria impecable y honesta. No hay medalla o condecoración de mayor valor que hacer justamente lo que debía hacerse y vivir la política desde el aprecio por los principios rectores de la justicia, la compasión y la comprensión. Por mucha carga que se coloque en este clavo, ésta se mantendrá segura y fuerte, y a disposición de los que han de tomar el testigo de lo público. 


      Sin embargo, el profeta Isaías advierte que hasta aquellos clavos que parecen más férreamente incrustados en el muro, pueden sucumbir a la tentación de enriquecerse del trabajo ajeno. Supliquemos al Señor que en estos próximos días que nos aguardan, podamos descubrir que no todo está perdido en cuanto a la política se refiere, y ayudemos y respaldemos a aquellos políticos que de verdad se esmeran en ser servidores sin dobleces ni ánimos lucrativos.